miércoles, 6 de mayo de 2020

Otra batalla consciente-INCONSCIENTE con el LSD

En ese momento me sentía aturdida, me pellizcaba y pensaba en mi muerte, en rajar mis venas y ver brotar ríos de sangre, como si de un sacrificio a Quetzalcoatlse tratara, me sentía sola y abandonada, extraña con mi ser tras la perturbadora sensación de absorción por el vacío y el cosmos; dejé de oír a los bellos elementales para ver a los diabólicos demonios, traviesos y malévolos que precedieron al colapso de las sensaciones.
Sólo podía mirarme en el espejo con extrañeza y añoranza: ¿Cuándo volvería en mí?
La profundidad de mi oscura mirada simbolizaba los caminos inexorables que estaba cruzando.
Esto no era un juego.
Mi piel como impostada por reptiles tejedores.
Sólo quería sumirme en mi oscuridad para reencontrarme.


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