Nunca he sentido un sentimiento arraigado de pertenencia familiar, quizás se debió a que a temprana edad me introduje en mi propio y feliz imperio menta, me aislé de todo lo que me rodeaba, y no necesitaba amigos o personas que decían procedíamos del mismo linaje, de hecho esa idea me repugna tanto como la de que procedo de la reproducción humana.
Quizás muchos dirán que esto generó en mí sociopatías o trastornos traumáticos, pero yo digo que ha generado grandeza y tenacidad.
Seguramente de estas experiencias de mi infancia surgirían mis críticas a los sentimientos, emociones y otras estupideces empáticas, propias de la inferioridad mamífera... Así como crítica constante al sexo humano, a su impulso sexual, y a la necesidad de cuerpo, a la que aún estoy apegado, pero de la forma más repulsiva y poco convencional imaginable.
Debe quedar claro una vez más que abogo por un futuro de seres mentales, tecnológicamente avanzados, inmortales y antifísicos, y por tanto asexuados.Pero es necesario para llegar a este extremo experimentar la radicalidad de lo brutal, en cuanto a sexo y perversión moral y mental, sobrepasando la burda legalidad y la ética humanas.
Reconvirtámonos en reptilianos y anfibios acuáticos y espaciales, con una sociedad futurista sin familia, amor filial o simple compasión, sólo habrá afán de conocimiento y cosmicismo absoluto.
Nos salvaremos de la asquerosa genitalidad y la estúpida progenie humanoide, pero en última instancia...
Quizás muchos dirán que esto generó en mí sociopatías o trastornos traumáticos, pero yo digo que ha generado grandeza y tenacidad.
Seguramente de estas experiencias de mi infancia surgirían mis críticas a los sentimientos, emociones y otras estupideces empáticas, propias de la inferioridad mamífera... Así como crítica constante al sexo humano, a su impulso sexual, y a la necesidad de cuerpo, a la que aún estoy apegado, pero de la forma más repulsiva y poco convencional imaginable.
Debe quedar claro una vez más que abogo por un futuro de seres mentales, tecnológicamente avanzados, inmortales y antifísicos, y por tanto asexuados.Pero es necesario para llegar a este extremo experimentar la radicalidad de lo brutal, en cuanto a sexo y perversión moral y mental, sobrepasando la burda legalidad y la ética humanas.
Reconvirtámonos en reptilianos y anfibios acuáticos y espaciales, con una sociedad futurista sin familia, amor filial o simple compasión, sólo habrá afán de conocimiento y cosmicismo absoluto.
Nos salvaremos de la asquerosa genitalidad y la estúpida progenie humanoide, pero en última instancia...
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