miércoles, 27 de agosto de 2014

MANNEQUIN

Algunas de mis más selectas seguidoras y yo compartimos un gusto peculiar y extraordinario, el gusto "sexual" por los cuerpos esculpidos y perfectos, típicos de un dios sobrehumano.
Esto ocurre con los maniquís mas sugerentes, aquellos que al ser asexuados muestran en definitiva el vacío en sí de la relación animal, sólo encuentro el placer en observar y palpar el esculpido cuerpo de la perfección geométrica, los abdominales y miembros artificiales. Ese es mi éxtasis.
En los hombres mortales de carne me ocurre igual, sólo deseo palpar sus vibrantes músculos con una obsesión insana, ver su miembro viril y escupirlo, cortarlo o amputarlo, lamerlo quizás, pero nada sucio o deficiente.
Mi verdadero sexo, mi verdadera atracción sexual se cumple en aquellos individuos que sobrepasan la estupidez del cuerpo, que son sumamente inteligentes, cósmicos y deferentes, divergentes y travestys oscuránticas o divagadores esotéricos. Mi conexión sexual perfecta se da con la comunión entre mi mente suprema y alguna similar, superior (ya es raro encontrar individuos tales), o inferior (en estos casos disfruto con la manipulación y el sufrimiento ajeno, como si de mis marionetas se trataran).
Si encontrara a un individuo hercúleo a la par que platónico, tendría que destruirlo, es incompatible en mi  existencia idealizada, eso lo veremos en eras venideras, en las que yo mismo promulgo.
MI HAMBRE DE SEXO SERÁ SACIADA EN UNA GRAN ORGÍA DE CUERPOS DIVINOS Y DESNUDOS, BAJO UNA BACANAL DE SANGRE Y ERASTAS, DE SACRIFICIOS Y FELACIONES
EN LA CUNA DEL HORROR QUE LA NOCHE ALBERGA
El culto a cuerpos perfectos nos sumirá en la decadencia animal, el cuerpo será eliminado, pero aún así disfruto con la perversión de aquellos que se creen dioses, cuando son siniestros monos que ejercitan su físico, yo les promulgo tentaciones y caerán sucumbidos con mi poder, no habrá hombre que se resista, doy rienda suelta a sus ansias y deseos, lleno su vacío, pero el vacío real de estos individuos es el de la ILUMINACIÓN que jamás alcanzarán, y por eso serán los esclavos de nuestros sádicos gustos y placeres.
 

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